Tus derechos fundamentales más importantes están protegidos también por tratados y por instituciones internacionales. Es lo que llamamos “derechos humanos”. De esta manera, el respeto por los bienes y valores más esenciales de las personas pasa a ser un asunto de interés para toda la comunidad internacional, y no solamente para cada país o para cada gobierno del mundo dentro de sus fronteras. Los derechos básicos de todas las personas son los mismos, y existen mecanismos para comprobar que se respeten en todas partes.
Derechos humanos universales
Los derechos humanos protegen los derechos de todas las personas. Uno de sus principios básicos es el de no discriminación. No importan el sexo, la edad, el color de piel, la etnia, la nacionalidad, la lengua, la discapacidad, la enfermedad, la orientación sexual, la identidad de género, las características sexuales, la religión o ideología, la propiedad o la posición socioeconómica: a todo el mundo le corresponden los derechos humanos por igual.
Los primeros tratados de derechos humanos que se hicieron, en los años 50 y 60, partieron de este principio de no discriminación. Sus autores pensaron que ese principio sería suficiente para proteger a todas las personas por igual. Sin embargo, el paso de las décadas demostró que ciertos grupos de personas tienen más dificultades para acceder a sus derechos o para ejercitarlos. Por eso, se concluyeron más tarde otros tratados que ya no son universales, puesto que solo se dirigen a personas con determinadas características o en determinadas condiciones, y que tratan de dar a esas personas una protección adicional y facilitar su acceso a los derechos universales.
Los derechos humanos de todas las personas
Los derechos humanos de grupos específicos